viernes, 29 de agosto de 2014

Cuento: La importancia del Agua

El cuento del viernes: LA IMPORTANCIA DEL AGUA

En un país lejano llamado Naturalia hay un pequeño pueblo conocido como Agualandia debido a la cantidad de agua que tiene. Es famoso por sus bellos jardines de flores coloridas y como centro de atracción turístico tiene un enorme molino rojo. Los hombres se dedican a la agricultura y a la pesca, lo que les sirve de alimento y productos de comercialización. Las mujeres se dedican a los quehaceres de la casa, al cuidado de los niños y a la jardinería. Los niños asisten a la escuela, y los ancianos tejen, bordan y otros cuentan historias a los niños sobre animales y de la lucha de algunos pueblos por salvar y conservar sus costumbres. Los habitantes vivían seguros de que nunca les faltaría el agua, pues tienen la enorme “Laguna Aguazul” que es su fuente principal y piensan que la laguna no se secará, pues llueve fuerte y seguido. Las cosas cambiaron cuando empezaron a derrochar el agua y le siguió un largo periodo de sequía. Debido a la falta de lluvias la laguna se fue secando, pero este gran problema no fue percatado al inicio por los pobladores. Sin embargo Miguel y Juan se dieron cuenta que el nivel de la laguna había bajado y corrieron a comunicarlo a los del pueblo. Sólo recibieron risas y burlas, no les hicieron caso pues decían que era cosa de niños. Miguel y Juan no se quedaron tranquilos y pensaron en actuar rápidamente. Fueron a buscar a Salvador, el amo de los bosques, un hombrecillo de apenas un metro de estatura, pero muy sabio y con mucho poder. Luego de andar por horas lograron encontrarlo y con cierto temor le contaron lo que estaba sucediendo. Salvador los escuchó pacientemente y les dijo: “esto es un castigo para el pueblo por derrochar el agua sin pensar que algún día podría suceder una desgracia. Se perderán las cosechas, habrá plagas de insectos y los niños enfermarán. Miguel y Juan se asustaron y con mucho tacto y sentimiento le pidieron a Salvador que los ayudara y prometieron no derrochar el agua. Salvador preparó unas pócimas que tenían que ser lanzadas al aire para provocar la descarga de las nubes. Una vez terminado el conjuro, el hombrecillo se internó en el bosque silenciosamente. Cuando regresaron al pueblo escucharon a dos pescadores decir que el nivel del agua de la laguna había bajado tanto que se quedarían sin agua. Recién el pueblo se dio cuenta de que los niños decían la verdad. Miguel y Juan contaron todo y les dijeron que a partir de ese momento todos debían cuidar el agua. Las pócimas dieron buenos resultados y hubo lluvia en grandes proporciones. Los habitantes agradecieron la buena obra de Salvador y de los niños. Miguel y Juan recibieron premios por su esfuerzo de salvar al pueblo. Agualandia continuó siendo un lugar bello y feliz donde sus habitantes cuidaban el agua y toda la naturaleza.


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